Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
Hoy es Domingo 17 de Enero II Semana Tiempo Ordinario San Antonio, Abad

Lectura del santo Evangelio según San Juan 1, 35-42 En aquel tiempo, estaba Juan con dos de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
«Este es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les pregunta:
«Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
«Rabí (que significa Maestro), ¿dónde vives?».
Él les dijo:
«Venid y veréis».
Entonces fueron, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día; era como la hora décima.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su hermano Simón y le dice:
«Hemos encontrado al Mesías (que significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó mirando y le dijo:
«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas (que se traduce: Pedro)».

Palabra del Señor

Reflexión: Dicen que hoy existe una generación llamada: de los “seekers”, “buscadores”, que lo que buscan es una religión. Se busca, una verdad que dé sentido a la vida, que satisfaga, que libere de la insatisfacción de las pequeñas verdades, de las pequeñas y vacías satisfacciones; sobre todo se busca a alguien en quien confiar, que sea referencia de su vida. Desde aquí es muy importante ser capaces de distinguir quién nos llama entre tantas voces y ecos que, hoy en día, recibimos. Nuestra generación no puede menos de sentir, como lo hace Samuel en la primera lectura de hoy, una voz que le llama, que le saca del sueño: del sueño del tener, del sueño del placer inmediato, -segunda lectura – y que ofrece algo distinto. Cómo dijo Antonio Machado, es fácil confundir la voz con los ecos y no descubrir, de inmediato quién nos llama; no percibir quién nos dice “venid y veréis”. Hace falta mantener la atención continua. Despertar del sueño, de estar narcotizados por las llamadas para satisfacer ansias de poder, de placer, de tener…

Quedarse con Jesús significa encontrarnos con la pregunta…¿qué buscáis? Y sigue ofreciéndose como respuesta: venid y veréis. Porque somos llamados a seguirle. Esa es nuestra vocación de cristianos. Lo que da sentido a nuestro vivir. Para ello escuchamos, meditamos la Palabra de Dios. Dejamos que nos interrogue. Percibimos en ella que alguien nos llama, a conocerle mejor, pasar tiempo con él, a seguirle. ¿Es para nosotros una satisfacción responder positivamente a su invitación? En definitiva, ¿la convivencia, el sentir con Jesús es nuestro objetivo existencial, que da sentido a otros proyectos, a otros objetivos? Venid y veréis; fueron, vieron, … y se quedaron con Jesús. Porque el se quiere quedar con nosotros. Mírale hoy, cuando vayas a Musa, en su modesta apariencia de la Hostia y del cáliz, como el Cordero De Dios que quita el pecado del mundo. Y, madre, si hay.

_* Dios te bendice…* “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
por Cristo, Señor nuestro.
Quien, por su misterio pascual, realizó la obra maravillosa de llamarnos del pecado y de la muerte al honor de ser estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo de su propiedad, para que, trasladados de las tinieblas a tu luz admirable, proclamemos ante el mundo tus maravillas. Por eso, con los ángeles y arcángeles y con todos los coros celestiales, cantamos sin cesar el himno de tu gloria: Santo, Santo, Santo Dios del universo. Llenos están los cielos y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo”.