Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

«Señor mío y Dios mío…»

Parece más claro que Dios me acompaña cuando la vida me sonríe.

Entonces entiendo que Dios me cuida.

Pero, ¿y cuándo estoy fastidiado? ¿Cuándo pierdo pie en la vida?

Hay veces en que es casi imposible sentirle. Ni siquiera encuentro la paz suficiente para buscarle.

En esos momentos quiero protestar, gritar, quejarme o reclamarle porque me parece que no está siendo tan infinitamente tierno ni protector como “prometió”.

Entonces la oración se vuelve lamento o reproche.

Pero voy aprendiendo a reconocer que ahí, en la tormenta, también me sigue cuidando.

Que Dios no es un Dios blandito para vidas mullidas, sino un Dios encarnado para vidas humanas, un Dios volcado en sus hijos frágiles.

Que me hace fuerte en la debilidad, que a veces me alivia en rostros amigos, en bromas familiares o me da la esperanza suficiente para ir tirando –que no es poco.

FELIZ DÍA A TODOS