En este tiempo de adviento, en primer lugar debemos recordar que Jesús fue un hombre apasionado, que vivió con pasión. Y vino para contagiarnos su pasión, para que viviésemos emocionados. Para ello, nos ofreció su amor, “Cristo me amó y se entregó por mí” y también su luz, una luz que disipa nuestras tinieblas.
Con lo que Jesús nos ha regalado para esta próxima navidad y para siempre ¿vivimos con pasión, con emoción, o nos parecemos a los niños de la plaza?