TODOS NOSOTROS SOMOS TEMPLO DE DIOS
Por la fe bautismal, el cristiano se incorpora a la Iglesia del Señor, templo de Dios y morada del Espíritu en Cristo Jesús. Es esta dimensión eclesial la que configura su identidad como miembro del Cuerpo de Cristo, el Señor de la gloria. Somos templo de Dios en el seno de la Iglesia del Señor.
Desde esa perspectiva podemos decir que el bautizado participa del mismo Espíritu del Señor con el que fue ungido Jesús, vocacionado “para hacer el bien y curar a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10,38). Es así como el bautizado responde a su verdadera condición cristiana de templo de Dios en la medida en que oficia su liturgia diaria acompañando y atendiendo a cuantos encuentra en su camino, hijos de Dios y hermanos en Cristo Jesús.
Como nos recuerda el Apóstol, todos somos colaboradores en la edificación del templo de Dios. Ahora bien, su advertencia es clara: “Mire cada cual cómo construye (si con oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja), pues nadie puede poner otro cimiento que el ya puesto, Jesucristo”. Como piedras vivas y espirituales del templo de Dios (1 Pe 2,5), somos llamados a ejercer con responsabilidad el sacerdocio del pueblo santo, a ofrendar una vida cargada de frutos de buenas obras. Ese es el verdadero culto espiritual, el sacrificio vivo, santo y agradable a Dios en Cristo Jesús (Rm 12,1)
FELIZ DOMINGO A TODOS… FELIZ DÍA DE LA FAMILIA CRISTIANA