En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Domingo XXIII Ordinario.
- Evangelio según Mateo 18, 15-20* En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Si tu hermano peca contra ti, repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos».
Palabra del Señor
Reflexion Quiero comentar hoy las tres lecturas con pequeñas pinceladas de reflexión. En el libro del Profeta Ezequiel, se coloca la misión del profeta, como figura simbólica, en lo alto de una atalaya, como si fuera un vigía. Su misión es alentar al pueblo para que cambie de conducta; de su misión, su vida y la salvación de muchos está en juego. Por eso, el profeta no puede desentenderse de su misión: es centinela, vigía de la situación que vive el pueblo, ha de alertar de lo que suceda. Viene de la figura de Dios como guardián de Israel, y los profetas son sus vigías para llamar y alertar. El pueblo mismo necesita de los centinelas para que su vida tenga sentido.
La misión del profeta es ser centinela de la fidelidad del pueblo de la alianza. Debe cumplir con firmeza y fidelidad la palabra de Dios en su integridad; sea una palabra de esperanza o de juicio.
En la carta a los Romanos, San Pablo nos presenta que el deber más importante que tiene el cristiano es amar a Dios y amar al prójimo. En esto consiste la ley y los profetas, en estos se resuelven todos los mandamientos. El amor es la única virtud que integra incluso a los enemigos. Consiste en amar a todos los hombres, no solo a los que piensan como yo. Lo importante aquí es preguntarme qué me hace más dueño de mi corazón el amor o el odio. Si a pesar de querer perdonar, no lo consigo porque he sido víctima del terror o el odio, entonces he de preguntarme quien es el dueño de mi corazón. El amor nos propone otra cosa, incluir al enemigo para que no sea el odio o la venganza quien tenga la última palabra.
El Evangelio de san Mateo, nos invita a reflexionar sobre la acogida de nuevos miembros en la comunidad y su modo de proceder en el perdón.
La corrección fraterna es muy importante, porque todos somos pecadores, y al mismo tiempo tenemos un cierto derecho a la intimidad. Pero cuando se tratan de pecados graves que afectan a la comunión, es necesaria una práctica caritativa de amonestación: primero a solas, luego con testigos consejeros, por último a la comunidad. El poder de atar y desatar que se confirió a Pedro en otro momento, es aquí donde adquiere mayor sentido y significado, es en el ámbito de la comunidad donde se realiza el perdón de los pecados.
Dios te bendice Pramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.