Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

Sólo hay un modo de conocerlo y acogerlo: la fe y, en consecuencia, el amor. Cuando damos el paso de la fe y aceptamos el riesgo del amor (renunciando al poder destructivo del mal), al acogerlo nos hacemos semejantes a Él, y Él nos hace partícipes de su poder, de ese poder inmenso, por el que todo se hizo, pero que es un poder benéfico: el poder de ser hijos de Dios, de nacer de nuevo, no de sangre ni de carne, sino de un amor superior y fontal, del mismo Dios. Es verdad que es este un poder paradójico que nos lleva a participar de su mismo destino: el de dar la vida por nuestros hermanos. A veces, como tantos cristianos hoy, en la verdadera cruz del martirio; la mayoría de las veces en el testimonio del amor vivido día a día, con frecuencia en medio de fuertes oposiciones.

Pero con este poder alcanzamos la libertad: no nos sometemos a la ley mosaica, sino a la gracia y la verdad de Jesucristo. En esto consiste ser hijos en el Hijo: ser libres de los falsos dioses, tener la fuerza y la dignidad de no inclinarnos ante ningún poder de este mundo. De esta manera, nos hacemos también, como Juan el Bautista, profetas que hablan de muchas maneras pero transmitiendo un único mensaje: que Jesús es el Mesías, el que existía desde toda la eternidad. Y de esta manera, preparando y abriendo el camino a Jesús para muchos, realizamos en nosotros la profecía de Isaías: nos convertimos verdaderamente en mensajeros que anuncian la paz, que traen la Buena Nueva, que pregonan la victoria salvífica de Cristo resucitado, vencedor del pecado y de la muerte.

FELIZ DÍA A TODOS…

MUY FELIZ NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR