Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

No sabemos cómo acabaría la vida del
anónimo seguidor de Jesús que habló en esa comida. Escuchó esa advertencia y quizá pensó que la cosa no iba con él: Yo nunca dejaré al Maestro por nada. O puede ser que estuviera con Él hasta el final, en su camino hasta Jerusalén.

Sólo sé que en mi vida hay muchas excusas para no entregarme del todo a Cristo. A mi alrededor, hay mucha gente sencilla que vive con mucha entrega su fe. A pesar del tiempo frío, de la nieve, del hielo, de la oscuridad… Su ejemplo me anima a seguir hacia adelante, con esperanza.

Porque yo también, como el anónimo protagonista del relato, quiero estar en el banquete del Reino.

Y para eso, hay que esforzarse cada día, como si fuera el primero, y como si fuera el último de nuestra vida. Como si fuera el único. Dios nos ayuda siempre. ¿Lo sientes?

Feliz día… que el Señor te bendiga…