Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

Terminamos la segunda semana de Cuaresma con esta bien conocida parábola del padre misericordioso. Es el mensaje más precioso de nuestra religión cristiana: Dios es amor que se transforma en misericordia. Es un amor tan profundo que le brota de las entrañas; no es un amor para quedar bien, o que se reserva sólo para algunos, los más buenos. Y es un amor tan perfecto que se entrega más a fondo con los más perdidos.

El evangelio no nos oculta la cruda realidad que tuvo que enfrentar Jesús cuando contó estas parábolas: la oveja perdida es el pecador, la moneda perdida es el pecador, el hijo que se va de casa es el que amarga la vida de su padre. ¿Cómo puede ser que Dios Padre tenga tanta preocupación por el que se había alejado? Los que se consideraban buenos y justos no aceptaban esa forma de actuar de Dios Padre, por mucho que Jesús les hablara de Él e invitara a todos a imitarle.

Con estas parábolas Jesús revela su experiencia de Dios como Padre, un padre que ama con igual medida tanto a su hijo mayor como al menor; la diferencia de este amor la impone la forma de reaccionar de los dos hijos.

FELIZ DÍA A TODOS