Los de Nínive, por la conversión y la penitencia, recobraron la amistad con Dios.
También nosotros, por la conversión, la penitencia y el bautismo, hemos sido sepultados con Cristo, y vivimos por Él y en Él, ahora y por siempre, habiendo dado un verdadero paso “pascual”: paso de muerte a vida, del pecado a la gracia.
Liberados de la esclavitud del demonio, llegamos a ser hijos de Dios.
Es “el gran prodigio”, que ilustra nuestra fe y la esperanza de vivir amando como Dios manda, para poseer a Dios Amor en plenitud.
La Virgen María se fió de la Palabra de Dios,
y no tuvo que correr al sepulcro para embalsamar el cuerpo de su Hijo
y para comprobar el sepulcro vacío: simplemente creyó y “vio”.
FELIZ DÍA A TODOS