Jesús conoce la Escritura. Por ello es capaz de enfocar su mensaje desde lo que es una correcta interpretación: ante Dios somos hijos y siervos. Una cosa no se opone a la otra.
Precisamente esta es la sabiduría que Jesús nos enseña, hablándonos siempre desde lo profundo y conectando con lo profundo de nuestro ser. Vivir sabiéndonos hijos y sabiéndonos siervos, nos hace vivir centrados, en el buen camino, como Él.
Si nos fijamos bien, Jesús siempre aparece como alguien que vive centrado en Dios. Su discurso es siempre coherente con lo que él vive y siente. Dios y el Reino unifican su vida, la centran, la sostienen contra viento y marea. Jesús camina siempre alabando a Dios, con paso firme, como Tobit cuando caminaba hacia Nínive, sorprendiendo a todos.
Que el Señor nos conceda hoy la gracia de encontrar esa sabiduría que es capaz de llamar la atención y sorprender a los demás; la sabiduría de vivir centrados, caminando con pie firme, alabando a Dios. Sin duda, una vida así da testimonio y llama la atención, como la de Jesús.
FELIZ DÍA A TODOS…