En el horizonte de vida resucitada no se puede obviarse “la cruz”, como paso obligado, para vencer al mal. Si realmente queremos luchar contra la indiferencia, el individualismo, la ambición, el libertinaje y toda clase de egoísmo tendremos como destino “la persecución”.
Y como dijo el beato Mons. Romero de El Salvador: La persecución es algo necesario en la Iglesia. ¿Saben por qué? Porque la verdad siempre es perseguida.
Jesucristo lo dijo:
«Si a mí me persiguieron, también os perseguirán a vosotros».
Y por eso, cuando un día le preguntaron al Papa León XIII, aquella inteligencia maravillosa de principios de nuestro siglo, cuáles son las notas que distinguen a la Iglesia católica verdadera, el Papa dijo ya las cuatro conocidas: una, santa, católica y apostólica. «Agreguemos otras -les dice el Papa-, perseguida». No puede vivir la Iglesia que cumple con su deber sin ser perseguida (Homilía 29 de mayo de 1977, I-II p. 73).
FELIZ DÍA A TODOS…