Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

El Señor no esconde a los discípulos

los peligros y dificultades que deberán afrontar en el futuro:

«Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán» (Jn 15,20).

Pero ellos no se han de acobardar ni agobiarse ante el odio del mundo: Jesús renueva la promesa del envío del Defensor, les garantiza la asistencia en todo aquello que ellos le pidan y, en fin, el Señor ruega al Padre por ellos —por todos nosotros— durante su oración sacerdotal (cf. Jn 17).

Nuestro peligro no viene de fuera: la peor amenaza puede surgir de nosotros mismos al faltar al amor fraterno entre los miembros del Cuerpo Místico de Cristo y al faltar a la unidad con la Cabeza de este Cuerpo. La recomendación es clara: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5).

Las primeras generaciones de cristianos conservaron una conciencia muy viva de la necesidad de permanecer unidos por la caridad. He aquí el testimonio de un Padre de la Iglesia, san Ignacio de Antioquía: «Corred todos a una como a un solo templo de Dios, como a un solo altar, a un solo Jesucristo que procede de un solo Padre». Y el gran testamento de la Virgen María, Madre de los cristianos: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2,5).

FELIZ DÍA A TODOS

BO DÍA DAS LETRAS GALEGAS