¿Alguna vez has visto el Cristo de Javier?
¿No es impresionante?
¿Podemos imaginar a un Dios que ríe?
Sí.
Al menos tanto como nos resulta evidente decir que Dios debe llorar con el dolor de sus hijos.
Pues, del mismo modo, seguramente sonríe – a la manera en que sonría Dios-.
Sonríe con la vida que crece.
Con las pequeñas victorias de nuestros días.
Con las historias de amor auténtico.
Con las oraciones limpias de los críos.
Con cada gesto en el que los seres humanos damos un paso hacia su encuentro.
Sonríe…siempre que somos capaces de «vencer» al Satanás de la desilusión, de la falta de coraje, de valentía…
Sonríe… cuando no tenemos miedo a sacarle «la roja» a este demonio para que no se introduzca en nuestra vida…
Sonríe, sí… con la vida que crece.
FELIZ DÍA A TODOS…