«Hermanos:
aprended lo que escribieron los antiguos Padres:
leed la Escritura porque es luz y puerta
de la vida. Que su lectura os sea grata, que
os complazca su santa palabra. De ella brota
una fuente que sana el corazón. Es palabra
que deshace las durezas interiores. La Escritura
desvela siempre al creyente los secretos
celestiales. Sus santas palabras fluyen dulcemente
como rocío sobre la hierba. Leyéndolas
y meditándolas cada uno ve cómo se camina
hacia la vida bienaventurada y cuáles
son la senda de los santos y la senda del
bien. Leyéndolas adquirimos sabiduría» (Texto monje anónimo siglo XII)
UNA IMAGEN… UNA PALABRA
- ¿SEGURO QUE NO VA CONTIGO?
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