Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

Cercanos a Navidad, el mensaje de la primera y segunda lectura de este tercer domingo

de Adviento nos invita a la alegría: Así, Domingo III AdvientoSofonías en el AT, con ser el profeta más pesimista, quizá porque le tocó el difícil papel de denunciar a clases acomodadas y administraciones públicas, concluye, sin embargo, sus profecías exultando de gozo en un himno triunfal por la pronta venida del Mesías salvador. A siete siglos de distancia, habla en presente, como si ya estuviera viviendo esa primera venida: Alégrate hija de Sion; grita de gozo Israel, regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija de Jerusalén (Sof 3,14) ¿Motivo? El Señor tu Dios está en medio de ti, valiente y salvador; se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta (3,17-18). El profeta parece agotar el vocabulario de la alegría: exulta, goza, alégrate; verbos similares del ángel al saludar a María en el misterio de la Anunciación.

Y san Pablo en el NT recoge el eco profético y reitera esa misma alegría referida a Cristo ya presente y también venidero: Alegraos siempre en el Señor. Os lo repito, alegraos (Flp 4,4). ¿Motivo? El mismo: El Señor está cerca (4,5). Está con nosotros y seguirá viniendo. Decía Paul Claudel (el convertido ante la liturgia solemne de una Misa de Navidad), que “la tristeza es un pecado contra el NT”. Que “la alegría es la primera y última palabra del Evangelio”. Pero ¿cuál es la verdadera alegría evangélica? Entre las sonrisas de que habla la historia artística y literaria, la cristiana no es la sonrisa estática e inexpresiva de beatitud jónica, ni la arcana sonrisa leonardesca, ni la del irreligioso sarcasmo volteriano, ni la pura energía vital bersogniana. Tampoco la exclusiva risa fisiológica de carcajada, de escaparate, sensual a veces, postiza otras, nacida de banquetes, comilonas y hasta de ciertos villancicos bullangueros, que viene solo de fuera.

La alegría cristiana del alegraos en el Señor, amigo lector, tiene otros contrapuntos. Seleccionando lo más humano de todas las sonrisas referidas, la verdadera alegría nace de dentro; es espiritual, interior, alegría de gozo íntimo; alegría de sentirnos templos vivos del Espíritu Santo, alegría de querer estar llenos de fe, esperanza y caridad; alegría de sabernos amados de Dios, en paz y amistad con él, dentro del cuerpo místico de la Iglesia. Es alegría activa y dinámica, que se proyecta y comunica. Es la alegría familiar y comunitaria: Que vuestra mesura, añade Pablo, la conozca todo el mundo (4,5). Y mesura en la lengua griega de Pablo es sofrosine = porte, conducta, talante, entusiasmo, equilibrio, prudencia. La alegría cristiana simpatiza con cierta dosis de ascética personal, penitencial, que expulsa al pecado, que lleva a la tristeza espiritual. La alegría cristiana es alegría vital de ayuda a los demás, detectada en ese aterrizaje práctico que hoy predica el heraldo de Jesús, Juan Bautista, en el evangelio, aplicando a la gente que le escucha la catequesis moral de conversión que anunciaba el domingo anterior: Hoy la hace aplicativa y tajante, en el estilo lacónico de Lucas, ante la común pregunta que le hacen los tres niveles sociales y laborales de escuchas ¿Entonces, qué tenemos que hacer? (Lc 3,10). A todas las gentes (con roperos y neveras hoy): el que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo (3,11). A vosotros publicanos(comerciantes públicos): No exijáis más de lo establecido (3,13) o permitido, según tasa. A vosotros soldados (militares, funcionarios y administrativos de hoy): No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga (3,14) o sueldo.

Lector amigo, ¡qué actualidad y aplicación siguen teniendo estas sentencias evangélicas tan actuales para nuestra vida de hoy! Esto es alegría y vivencia cristiana personal y comunitaria. Pues que esta Eucaristía, que siempre hace la navidad presente al ser banquete de gozo y presencia de Dios, nos traiga y llene de más alegría interior, fraterna, comunitaria, eclesial, sin fronteras, en el encuentro navideño con familiares, amigos y toda gente de buena voluntad, que eso es alegría cristiana. (j.r.)

FELIZ DOMINGO… DÍA DEL SEÑOR… Y DE LA FAMILIA CRISTIANA