Al tomar la palabra, monseñor Negri afirmó que el martirio de los cristianos es una parte importante en el misterio de la iniquidad, ya que no nace de la maldad, sino de un odio intelectual, ideológico, de la imposibilidad de acoger el mensaje de Cristo y de la “ideología sobre la autosuficiencia del hombre”, “porque todas las ideologías convergen, más allá de sus diferencias, en el hecho de que el hombre se ha convertido en el Dios de sí mismo”.
El obispo de San Marino-Montefeltro habló después del “carisma del martirio” como de “la confirmación más grande del Espíritu de Dios”. “La modernidad -añadió- termina en el ateísmo, y el ateísmo acaba en la violencia. La verdad ideológica no es inclusiva, sino que se afirma en la exclusión de lo que es distinto. Por esto, en los regímenes totalitarios los diferentes eran eliminados”. En definitiva, una lógica férrea en la que no entran el satanismo y la corrupción”.
El prelado habló después de una ideología que se apoya en los poderes fuertes, definida por Benedicto XVI como tecnociencia, y concluyó diciendo: “Los mártires existen y con su contribución nos invitan a ser cristianos auténticos”, ya que “los testigos apasionados de Cristo, son incansables comunicadores de su vida divina a todos los hombres”.
EMERGENCIA HUMANITARIA
“La intolerancia, la discriminación y la persecución a los cristianos de hoy -dijo Massimo Introvigne – es una emergencia humanitaria que nos afecta a todos. Un problema para la sociedad civil”.
“En el libro World Christian Trends AD 30-AD 2200, el investigador David Barrett fija el número de losmártires cristianos en el mundo en 70 millones, 45 millones de los cuales se han producido en el s.XX -precisó Introvigne-. El número desciende a 160.000 en la primera década de este siglo y se calcula que serán unos 105.000 en la segunda década. Esto significa un mártir cada cinco minutos. Asesinados no por razones bélicas sino por motivos religiosos”.
Lo curioso, añadió el director del CENSUR, es que “todos sienten simpatía por las víctimas, pero también existe un asesino. Pero ‘sobre esto os escucharemos en otra ocasión’ como decían a San Pablo”. Entre los asesinos cabe destacar al fundamentalismo islámico, como en Pakistán, donde la apostasía conlleva la pena de muerte y se considera una blasfemia no creer en el Islam. Refiriéndose a esto, Introvigne habló de otros 34 casos de condena a muerte similares al de Asia Bibi. Aunque también hay regímenes comunistas, como el de Corea del Norte o China. Además de nacionalismos religiosos como en India e Indochina.
“Y en un plano distinto al del asesinato o la tortura -precisó Introvigne- existe entre nosotros la intolerancia que es un fenómeno cultural; después está la discriminación que es un fenómeno jurídico, para llegar al de la violencia que entre nosotros es más raro” como en Francia, donde la “policía señala que hay un ataque a una iglesia cada dos días”.
EL CASO DE CHINA
El padre Bernardo Cervellera, observador atento de las cuestiones religiosas en los países orientales, profundizó en la situación de China, de la que, actualmente, tenemos una imagen “turística, con grandes rascacielos, una renta media elevada”, pero donde no se respetan los derechos humanos y que lleva adelante una persecución religiosa “como no se veía desde los años ’50.
El director de AsiaNews cito a los muchos casos de obispos que están retenidos por la policía porque se han negado a adherirse a la Iglesia patriótica.“Recientemente, antes de las Olimpiadas de 2007, 37 obispos clandestinos fueron sometidos al arresto domiciliario”. El padre Cevellera consideró importante en esta situación “el trabajo realizado por Juan Pablo II y Benedicto XVI, gracias al cual muchos obispos del partido han pedido perdón y han vuelto a la Iglesia”.
“Y el hecho de que la Iglesia esté más unida que en los años ’80 explica también el incremento de la persecución”, un aspecto que testimonia en el fondo“un gran fracaso del partido comunista chino, después de 60 años de persecución”. Pero más allá de las persecuciones -concluyó Cervellera- hay esperanza. En este país, actualmente, desean la fe millones de personas y cada año piden ser bautizados unos 150.000 chinos”.
IDENTIDAD
El eurodiputado y periodista Magdi Cristiano Allam recordó que, en los países islámicos, “de 10 perseguidos siete son cristianos y desde 1945 hasta hoy, 10 millones de cristianos han sido obligados a dejar sus tierras, junto a un millón de judíos”.
El político egipcio de origen islámico indicó que en el caso del Islam, la persecución no es fruto de la ideología sino de razones religiosas y, de hecho, el judaísmo y el cristianismo son consideradas herejías, mientras que el Islam se considera la única y verdadera religión llamada a convertir a todos.
Allam afirmó la necesidad de adquirir la certeza sobre nuestra identidad y sobre las raíces de nuestra civilización, “si nos convertimos en un terreno baldío, seremos tierra de conquista”.
El ex director del “Corriere della Sera”, que se convirtió al catolicismo y fue bautizado en San Pedro en 2008 por el mismo Papa Benedicto XVI, consideró que “el relativismo es una ideología porque se niega el uso de la razón y se prohíbe valorar los contenidos religiosos, y así se compara las religiones considerándolas iguales, prescindiendo de sus contenidos”.
“Se es cristiano -prosiguió- sólo si se cree en Jesucristo. Si se pone en el mismo plano a Cristo y a Mahoma terminamos disminuyendo la certeza de nuestra fe cristiana, además de no declararnos cristianos y de legitimar el Islam, este es el núcleo del problema. O recuperamos la certeza de lo que somos o nuestra civilización terminará por desaparecer”.
Magdi Allam habló después de las incoherencias: “Si se ultraja a otra religión todos se indignan, pero si es el Papa el ultrajado lo llaman libertad de expresión”. Hoy pensamos amar al prójimo odiándonos entre nosotros, y en la ideología delbuenismo aceptamos que el prójimo exija prescindir de nosotros mismos”.
El eurodiputado concluyó recordando que es necesario “tener la certeza de quiénes somos, la certeza de la verdad” ya que hay “valores no negociables, como la sacralidad de la vida y la libertad religiosa”. También invitó a encontrar la fuerza “de testificar la certeza en Cristo en una tierra cristiana. Sólo si somos fuertes por dentro, tendremos la autoridad de pedir la libertad para todos los cristianos del mundo”.