Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo Hoy es Lunes 02 de Noviembre XXXI Semana Ordinario Conmemoración fieles difuntos. La Iglesia, ya desde sus mismos orígenes, vive con la convicción de su comunión con los fallecidos y por ello ha mantenido con gran piedad la memoria de los difuntos. La comunión de los que aún «peregrinan» en la tierra con los fieles que han muerto se consolida en la comunicación de bienes espirituales.

Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 1-6 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – No perdáis la calma: creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias, y me voy a prepararos sitio. Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino. Tomás le dice: – Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino? Jesús le responde: – Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí.

Palabra del Señor

Reflexión: “Para ti nos hiciste, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” escribía San Agustín. San Pablo nos recuerda: “En la vida y en la muerte somos del Señor”. Somos peregrinos en esta tierra, aquí estamos de paso, nuestra morada definitiva es el Cielo, vivir con el Señor eternamente. Esto es algo que Jesús les dice a sus apóstoles y también a nosotros. Es un consuelo muy grande saber que Cristo va a prepararnos un sitio en el Cielo y luego volverá y nos llevará con Él. Ésta es la fe y la esperanza de todo cristiano y con los ojos fijos en el Señor esperamos vivir siempre con Dios en el Cielo.

Nuestra vida es mucho más que unos cuantos años en la tierra. La vida en nuestro cuerpo físico es un periodo muy corto de nuestra existencia. Los cristianos creemos firmemente que nuestro existir no se acaba con la muerte, pues nuestra verdadera vida es la Vida Eterna. Elisabeth Kübbler investigó mucho sobre la muerte, y afirmó: “Cuando hemos aprobado los exámenes que vamos a aprender a la Tierra, se nos permite graduarnos. Se nos permite desprendernos del cuerpo, que aprisiona nuestra alma como el capullo que envuelve la futura mariposa, y cuando llega el momento podemos abandonarlo. Entonces estamos libres de dolores, de temores y preocupaciones, libres como la mariposa para volver a casa, de donde salimos, para volver a Dios”. Pero hay más, nuestro pobre cuerpo será recuperado de un modo semejante al de Cristo. Somos alma y cuerpo.

Pero para llegar al Cielo ya nos dice Jesús que Él es el Camino, es decir, que haciendo lo que Él siempre hizo, que no es otra cosa que la voluntad de Dios, sin duda un día estaremos con Él para siempre.

Pidamos por todos aquellos hermanos nuestros que aún están preparando su traje de gala en la antesala del Cielo, el purgatorio, para que pronto puedan participar de la gran fiesta, de las bodas del Cordero.

_* Dios te bendice…* “En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar, Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro. En él brilla la esperanza de nuestra feliz resurrección; y así, a quienes la certeza de morir nos entristece, nos consuela la promesa de la futura inmortalidad. Porque para los que creemos en ti, la vida no termina, sino que se transforma,
y al deshacerse esta morada terrenal, adquirimos una mansión eterna en el cielo. Por eso, con los ángeles y arcángeles, y con todos los coros celestiales
cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, Santo, Santo es el Señor Dios del Universo. Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en el cielo”.