Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN… UNA PALABRA

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo Hoy es Lunes 22 de SeptiembreXXV Semana tiempo Ordinario San Mateo Según el evangelio, es uno de los doce apóstoles de Jesús y, según la tradición, el autor del evangelio según San Mateo. En ese evangelio es llamado el «publicano» y descrito como quien cobraba los impuestos antes de la llamada de Jesús

Lectura del santo Evangelio según San Mateo 9, 9-13: En aquel tiempo, al pasar vio Jesús a un hombre llamado Mateo sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo:
«Sígueme».
Él se levantó y lo siguió.
Y estando en la casa, sentado a la mesa, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaban con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos:
«¿Cómo es que vuestro maestro come con publicanos y pecadores?».
Jesús lo oyó y dijo:
«No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Andad, aprended lo que significa “Misericordia quiero y no sacrificio”: que no he venido a llamar a justos sino a pecadores».

Palabra del Señor

Reflexión: Sígueme
La iniciativa de la llamada parte de Jesús, que lo hace en libertad y gratuidad.

En la Iglesia se ve la catolicidad de la llamada, que no hay distinción de raza, color, condición social, lengua o cultura y esta llamada el Señor te la hace hoy y constantemente, renovándose todos los días. Te pide que dejes todo, las posibles redes que puedas tener y enamorarte de Él cada día.

Es impresionante y una maravilla que el Señor no tenga la misma mirada que nosotros, personas racionales, calculadoras, que nos fijamos mucho y en algunas ocasiones, solamente en las apariencias; el Señor mira el corazón. ¡Cómo sería la mirada de Jesús para que un hombre como Mateo, que tenía de todo: dinero, una casa, amigos, etc., y que realmente en el fondo no buscaba ni pretendía seguir al Señor, deja al instante lo que estaba haciendo y le sigue!

Cuando el corazón del que se siente elegido por el Señor es un corazón sencillo y pobre, que sabe que todo lo recibimos de Él, es muy fácil dar una respuesta; porque en la llamada que personalmente Jesús nos hace a cada uno hay mucho amor, que traspasa miras humanas y acoge con un amor único y profundo a todos los hombres y mujeres, sin distinción alguna, incluso a los que como Mateo, eran personas muy mal vistas para su tiempo, porque el Señor elige lo que no cuenta para anular a lo que cuenta. Para Él todos somos hermanos y estamos llamados a ser hijos de un mismo Padre y para seguirlo no se necesitan dotes especiales, sino estar atentos y prontos a su llamada y dejarnos transformar por su gracia.

¿Quién no está necesitado de la misericordia de los demás? ¿A quién no le duele el corazón? Pero, ¿somos nosotros tan misericordiosos como queremos que los demás lo sean con nosotros? ¿Por qué nosotros no agradecemos al Señor su llamada? ¿Yo estoy dispuesto a dejarlo todo? Vivamos con alegría el banquete del sacrificio Eucarístico, sabiendo que todos los invitados somos pecadores, como sucedió en aquella comida en la casa de San Mateo.

_* Dios te bendice…* “Padre, tú llamas a cada uno de nosotros por nombre y nos pides que sigamos a tu Hijo. Bendice a tu Iglesia y danos dedicados y generosos líderes de nuestras familias y amigos quienes puedan servir a tu pueblo como religiosas, sacerdotes, diáconos y apóstoles laicos. Inspíranos mientras crecemos en tu amor y abre nuestros corazones para oír tu llamada. Te lo pedimos en nombre de Cristo tu Hijo, nuestro Señor. Amén”.