Santuario Nuestra Señora de los Milagros

UNA IMAGEN…

*San Benito* Abad, padre de los monjes de Occidente, fundador de la Orden de los benedictinos, patrono de Europa. San Benito escribió una regla para sus monjes, conocida luego como la «Santa Regla», que fue inspiración para muchas de las otras comunidades religiosas

*Evangelio según san Mateo 19, 27-29* En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús:
«Ya ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?».
Jesús les dijo:
«En verdad os digo: cuando llegue la renovación y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.
Todo el que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna».

*Palabra del Señor*

*Reflexión*: La Iglesia celebra hoy la Fiesta del Patrono de Europa San Benito, padre del monacato occidental. Un hombre que vivió a caballo entre los siglos V y VI de nuestra era, en un momento de crisis terrible por la caída del imperio romano, por la invasión de pueblos desconocidos y porque se estaban perdiendo los valores, llegando a ser, la sociedad de su tiempo, una sociedad totalmente decadente. ¿Acaso no es esto lo que nos encontramos hoy día? Una sociedad que ha perdido los valores y que vive al límite del colapso.

La primera lectura de hoy insiste en esto y nos presenta un fragmento del bello Libro de los Proverbios. Os recomiendo que lo leáis con mucha atención, varias veces si es necesario, porque os aseguro que sus palabras parecen escritas para nuestros días: sensatez, sabiduría, prudencia, rectitud…

En el mundo que nos ha tocado vivir estamos faltos de esos valores, de esas propuestas que salen de los labios de Dios, porque Él es todas esas cosas.

En nuestro día a día vivimos multitud de situaciones que nos alteran, nos enfadan, nos ponen nerviosos, nos hacen tomar decisiones erróneas… En definitiva: sacan nuestro “peor yo” Si viviéramos en clave espiritual todo sería más sencillo, más fácil para nosotros y para los que nos rodean. Dios es nuestro escudo, el que nos marca el camino, quien nos guía por las sendas de la justicia. Si de verdad creemos esto seremos capaces de transformar el mundo, seremos esa sal de la tierra de la que nos habló Jesús. Nunca debemos perder de vista que Dios es padre y como tal siempre está dispuesto a llevarnos de su mano, basta con que nosotros queramos. Recordar la parábola del hijo pródigo, como ese padre recondujo la vida de su hijo a pesar de sus errores ¿No hará lo mismo con nosotros nuestro Padre del cielo?

En esta situación pensemos cómo San Benito, su obra y en especial su Regla monástica, fueron el fermento, la levadura en la masa que lograron aglutinar a los pueblos de Europa en una unidad cultural y espiritual que forjaron la fe cristiana de Europa.

Tres cosas resaltan de la fiesta de hoy en las oraciones de la Eucaristía: preferir tu amor a todas las cosas, buscándote a Ti sólo, nos mantengamos fieles en tu servicio.

Estas tres peticiones o deseos que formulamos durante la celebración tienen, a su vez, tres consecuencias: libertad de corazón, unidad y paz, caridad ardiente.

Este es el camino que nos muestra hoy San Benito Abad, patrono de Europa, ¿estamos dispuestos a seguirlo?

Por su parte, el Evangelio de hoy resalta por esta pregunta de Pedro: “nosotros lo hemos dejado todo, ¿qué nos va a tocar?”.

Sinceramente, no creo que san Benito, cuando lo dejó todo y se fue a vivir en la soledad de Subiaco, le preguntara al Señor, ¿qué me va a tocar?

Todo lo contrario, él se dedicó por completo a entregar todo lo suyo al Señor, despojándose de la necesidad de autoafirmación y de ponerse siempre en el centro; también entregó a Dios todos sus afectos interiores y sus inclinaciones, la ira, la venganza, todo lo que nos moviliza interiormente pero que nos aleja de Dios.

Por eso pudo comenzar su Regla con esa célebre frase: “no anteponer nada al amor de Dios”.

Sólo por medio de esta entrega total, pudo Benito hacer honor a su nombre y ser un hombre de bendición y de paz, hacia Dios y hacia los demás.

Y todo fundamentado en la oración incesante, cimiento de la vida de San Benito y de sus monjes. También cada uno de nosotros necesitamos poner este sólido cimiento de la oración en nuestras vidas, como ejercicio de escucha de la voluntad de Dios que nos habla por medio de los acontecimientos de nuestra historia, por medio de las personas y situaciones en las que nos encontremos.

Apoyados en la oración, bendiciendo siempre, podremos encontrar cien veces más ahora, y luego alcanzaremos la vida eterna.

¿Qué cosas prefiero o antepongo al amor de Dios en mi vida?

¿Siento mi corazón atado y esclavizado? ¿Qué cosas me esclavizan?

¿Soy consciente de que sólo la caridad ardiente puede liberar mi corazón y ayudarme en el camino de la fe?

*Dios te bendice* Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.

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