Santuario Nuestra Señora de los Milagros

NOVENA EXTRAORDINARIA A LA VIRGEN DE LOS MILAGROS

Oración: Acordaos, oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a Vos, implorado vuestra asistencia y reclamado vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animado con esta confianza, a Vos también acudo, oh Virgen, Madre de la vírgenes, y aunque gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante Vuestra  presencia Soberana. Oh, Madre de Dios, no desechéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente, Amén.

Lectura del Santo Evangelio según san Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al oírlo, dijo:
«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella». Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos:«Vamos otra vez a Judea». Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».Jesús le dijo:«Tu hermano resucitará».Marta respondió:«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».Jesús le dijo:«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».Ella le contestó:«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:«¿Dónde lo habéis enterrado?».Le contestaron:«Señor, ven a verlo».Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!». Pero algunos dijeron:«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:«Quitad la losa».Marta, la hermana del muerto, le dijo:«Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días».Jesús le replicó:«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?». Entonces quitaron la losa.Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente:«Lázaro, sal afuera».El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:«Desatadlo y dejadlo andar».Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Reflexión: Fijaos en el último cuadro del relato del Evangelio de hoy. Jesús llega al sepulcro en el que Lázaro llevaba varios días enterrado y lanza tres mandatos: “Quitad la losa”… Jesús se enfrenta a una situación cerrada y sellada de forma hermética: entre él y la persona que yace en la tumba no hay un frágil tabique sino una pesada losa; hay un bloqueo total que impide cualquier comunicación… pero Jesús ordena con autoridad que esa losa se remueva… ¿Cuántas losas tenemos nosotros y cuántas desconfianzas y temores ante las situaciones de la vida? Lazaro era amigo de Jesús, tenía una relación cordial con él, le dejaba entrar en su casa por eso, ahora, el Señor derriba todo obstáculo para acercarse a él. ¿Confiamos en la amistad del Señor, abrimos la puerta de nuestra vida confiando en Él, siendo conscientes que lo humano siempre falla pero lo divino permanece?. El que favorece el “temor de Dios” en su vida no tiene miedo sino confianza en su providencia.

“Lázaro, sal fuera”. Es la llamada del Dios de la vida, que desde la nada llamó al hombre a la existencia. Cristo verdadero hombre y verdadero Dios, actúa como un impulso primaveral que nos quiere liberar del invierno del mal y del pecado y nos llama a la vida. “Salir fuera…”, de nosotros mismos, de nuestro orgullo y arrogancia… es la actitud fundamental para “recobrar la vida” a la que estamos llamados. Quizás este tiempo de pandemia nos haga reflexionar sobre la necesidad de acercarnos más a Dios y “salir fuera” de nosotros mismos.

“Desatadlo y dejadlo andar”. Naturalmente se refería a las vendas y al sudario pero, sobretodo, al mandato de superar cualquier atadura y limitación para recuperar la vida en Él, con la capacidad de movernos con soltura y libertad de espíritu, por encima de tantas “vergüenzas” a la hora de llamarnos, vivir en cristiano, transmitiéndo la verdad de la Fe a aquellos que viven o se encuentran con nosotros.Desatarnos también de nuestros pecados, que se reactivan constantemente en nosotros por nuestro egosimo, y ahora tambien a través de nuestros miedos.

Hoy más que nunca, estamos llamados a estrenar una situación nueva, a vivir una conversión profunda en nuestra vida, porque tenemos la oportunidad de “nacer de nuevo”: superando todo lo que nos ata y nos entierra para estrenar la vida que brota de nuevo por la acción y la gracia del Señor. Es como una nueva primavera y cada uno puede revestirse de vida y de resurrección por la gracia que procede del Dios Uno y Trino.

Pedimos la gracia que deseamos presentar al Señor por intercesión de la Virgen de Los Milagros…

Virgen de Los Milagros Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.

Virgen de Los Milagros, Vida, esperanza y dulzura, ruega por nosotros.

Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Refugio nuestro, ruega por nosotros.

Oh Virgen, de Los Milagros, de Ourense joya preciosa, intercede por nosotros, Virgen Madre, Virgen Madre Milagrosa.

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