Santuario Nuestra Señora de los Milagros

Hoy celebramos: San Francisco de Asis

SAN FRANCISCO ASISNació con el nombre de Giovanni di Pietro Bernardone dei Moriconi, hijo de Pietro Bernardone dei Moriconi, un comerciante de textiles perteneciente a la burguesía de Asís, y de Giovanna Bourlemont, perteneciente a una noble familia de Provenza. Giovanni creció en un ambiente cómodo, marcado por el trabajo de su padre y las comodidades del bienestar. En 1204, decidió unirse a las cruzada, pero en Spoleto, el joven calló enfermo, no pudiéndose embarcar. Regreso a Asís, donde se puso al servicio de su padre. En 1205, fueron juntos a un viaje de negocios a Roma, donde Francisco repartió todas sus ganancias entre los pobres, y cambió sus ropas con uno de ellos, poniéndose a mendigar en la puerta de la Basílica de San Pedro. Ese mismo año recibió una revelación: rezando frente a un Crucifijo en la Iglesia de San Damián, escuchó una voz que repitió tres veces: “Francisco, ve y repara mi casa, que se está cayendo en ruinas.” Al volver a Asís, Francisco cogió todas las telas que encontró en la empresa de su padre y fue a venderlas. El dinero que ganó, lo entregó íntegro al párroco de San Damián para que reparara los desperfectos de la iglesia. El padre del joven se enfureció, y desde entonces pensó que podía tener un serio desequilibrio mental. Temiendo no poder contenerle, Pietro, su padre, decidió llevar a su hijo a juicio frente a las autoridades locales, esperando que una reprimenda le hiciera sentar la cabeza. Para el juicio Francisco apeló al obispo de Asís para que le defendiera. Todas las personas principales de la ciudad asistieron a escuchar la pelea de un padre contra su hijo, sobre todo por ser gentes muy conocidas. Cuando Pietro terminó de acusar a su hijo por hacer que quebrara su empresa debido a sus desequilibrios, el joven Francisco comenzó lentamente a desnudarse mientras decía: “Hasta ahora os he llamado mi padre en la tierra, a partir de ahora lo único que puedo decir con confianza es “Padre nuestro que estás en el Cielo”, porque en Él he puesto todo mi tesoro y puse toda mi confianza y mi esperanza.

El 14 de septiembre de 1224 fue cuando Francisco tuvo su más conocida visión. En esa ocasión, el monje vio a un ángel crucificado mientras oraba. En ese momento, sus manos y sus pies comenzaron a sangrar, al igual que su costado. En esa crucifixión mística, Francisco recibió los estigmas que cargaría el resto de su vida. El santo se avergonzaba de recibir tal honor de Nuestro Señor, por lo que los ocultaba para evitar que su fama personal creciera. Para 1226, Francisco había perdido la vista completamente, y sufría de males del hígado. En octubre, sabiendo que se acercaba la hora de su muerte, pidió que lo trasladaran a la Porciúncula, donde finalmente partió a la Casa del Padre el 3 de octubre de ese mismo año. A penas dos años después de su muerte, en 1228, fue canonizado por el Papa Gregorio IX. Desde su muerte, muchos conventos se fundaron en su honor, y miles de cristianos a través de los siglos han seguido su ejemplo de humildad, de pobreza y de oración.

Desde estas páginas

FELIZ DÍA A TODOS LOS QUE VIVÍS EN EL ESPÍRITU DE FRANCISCO