Santuario Nuestra Señora de los Milagros

HOY CELEBRAMOS

CONGREGACIÓN PARA LAS CAUSAS DE LOS SANTOSMarco Antonio Durando
Turín
Beatificación y canonización del Siervo de Dios
MARCO ANTONIO DURANDO
Sacerdote de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl,
fundador del instituto de Hermanas de Jesús Nazareno
(1801-1880)
EXTRACTO DEL DECRETO SOBRE LAS VIRTUDES

“Viviendo con autenticidad el amor, crezcamos en todo hacia aquel que es la cabeza, Cristo” (Ef 4, 15). Estas palabras del apóstol Pablo fueron la norma de vida de San Vicente de Paúl (1581-1660), de aquel varón que jamás se contentó con palabras, y que dejó esa norma, la más preciosa, a sus hijos espirituales y a cuantos se dedican a las actividades de su Instituto. La enseñanza que aquel Santo recomendaba a sus Misioneros era ésta, que fueran “cartujos en casa y apóstoles fuera de ella”, y añadía: “es necesario santificarse mediante la práctica de la caridad”.
Digno hijo de San Vicente de Paúl fue Marco Antonio Durando, que consagró toda su larga vida al servicio de Dios, de la Iglesia, de sus Comunidades y de los pobres; con una humilde y constante apertura de corazón, solía declarar: “si algo bueno puedo realizar lo hago, si no, encomiendo los asuntos en manos de la Providencia”.
Este egregio discípulo de Cristo nació en Mondovì, en el Piamonte, el 22 de mayo de 1801, de una distinguida y religiosa familia. A los 17 años (…) ingresó a la Congregación de la Misión. En su interior esperaba ser enviado a las misiones de China. Después del curso de teología, realizado en la sede de estudios de Sarzana, fue ordenado presbítero en Fossano el 12 de junio de 1824.
Su petición para las misiones, repetidas veces formulada, no fue aceptada por los Superiores y, en cambio, fue destinado a las misiones populares de su patria, como misionero rural y como predicador de los ejercicios espirituales al clero. Mediante su celo moderado e infatigable, con su preparación cultural, su vida interior y su facilidad de expresión, favoreció sobremanera la renovación de los dos principales ministerios de la Congregación de la Misión.
Enviado a Turín, fue nombrado Superior de aquella casa en 1831, y luego Superior Provincial en 1837, y Director de las Hijas de la Caridad de la Provincia septentrional de Italia. Durante 42 años hasta su muerte, con firmeza, y a la vez con suavidad y dulzura, dirigió la Provincia Vicentina del Piemonte-Lombardía, ampliando sus actividades, protegiendo la contra las leyes revolucionarias del año 1866 y renovando la disciplina religiosa.
En 1833 había hecho llegar las Hijas de la Caridad de Francia a Italia, fomentando un admirable florecimiento de vocaciones y de obras, mediante su entusiasmo. En 1835 restauró la Cofradía de las Señoras de la Caridad, a la cual agregó las ricas y más nobles señoras de Turín. Con la ayuda de las Señoras y de las Hijas de la Caridad creo una verdadera aldea para proporcionar asistencia a los pobres, llamada: “Las Misericordias”, de la que él fue infatigable protector.
En 1865, con la ayuda de la Sierva de Dios Luisa Borgiotti, fundó el Instituto de las Hermanas de Jesús Nazareno, para aquellas jóvenes que por defecto de nacimiento no eran recibidas en las otras Congregaciones. Su apertura de corazón y de espíritu se mostró principalmente cuando recomendó a las Hermanas como empeño principal la asistencia a los enfermos, día y noche, en sus propias casas, y el cuidado de la juventud desamparada.

Su existencia terrena, laboriosa y colmada de méritos,

se extinguió en Turín el 10 de diciembre de 1880.

El Siervo de Dios desarrolló su alegre, incomparable y benéfica actividad apostólica en épocas muy difíciles, con una fe admirable. Cada día confiaba en el auxilio del Señor y de la Virgen María, armado de invencible fortaleza y singular prudencia.
La fe vivificó toda su actividad. Obtenía su vigor de la Eucaristía que era el centro de su vida sacerdotal. Profesó una intensa piedad hacia la pasión de Cristo y la celebración del misterio eucarístico, memorial de la muerte del Señor. Cultivó una sencilla y filial devoción hacia la Madre del Redentor; de modo especial se esforzaba por meditar y difundir el misterio de su inmaculada concepción, y aceptó el encargo de difundir la Asociación de las Hijas de María en las casas de las Hijas de la Caridad. Su fe, su esperanza y su fortaleza aparecieron, sobre todo en la supresión de comunidades religiosas en el año 1866. En esos casos solía seguir serenamente lo que la Providencia había determinado: “en lo íntimo de nuestro corazón – solía declarar – adoremos los designios de Dios que permite tantas revoluciones, cambios, mudanzas en los acontecimientos y en las cosas. De todo esto Él sabrá sacar gloria, aunque nosotros no podamos prever ese tiempo”.
Su amor a Dios era puro y libre de todo artificio humano, y se expresó en amor a los hombres, y muy particularmente a la Iglesia y al Sumo Pontífice. En asuntos concernientes a la política obró con máxima prudencia y no permitió a sus misioneros predicar otra política sino la del Evangelio.
Hecho por fin el esmerado relato de todas estas diligencias al Sumo Pontífice Juan Pablo II (…) ordenó que se consignara por escrito el decreto sobre las virtudes heroicas del Siervo de Dios. Cuando se cumplió lo mandado(…) el Beatísimo Padre declaró solemnemente:

Hay certeza sobre las virtudes teologales de Fe, Esperanza y Caridad hacia Dios, y también hacia el prójimo, igualmente sobre las cardinales de Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza y demás virtudes anejas en grado heroico del Siervo de Dios Marco Antonio Durando, Sacerdote de la Congregación de la Misión de San Vicente de Paúl, fundador de las Hermanas de Jesús Nazareno.

El Sumo Pontífice ordenó que este Decreto se publicara y se hiciera constar

en las Actas de la Congregación para las Causas de los Santos.

Dado en Roma, el 1º de julio del año del Señor 2000.

+ José SARAIVA MARTINS ( Arzobispo titular de Thuburnica ) Prefecto
+ Edward NOWAK (Arzobispo titular de Luna) Secretario