Santuario Nuestra Señora de los Milagros

HOY CELEBRAMOS…

La fiesta de Santiago tendría que ser una ocasión para consolidar la firmeza y solidez de nuestra fe, para que los creyentes no nos sintamos como extraños y advenedizos en nuestro propio suelo, porque aquí, en esta tierra nuestra, la fe apostólica echó raíces tempranamente.

Pero, por desgracia, cada día que pasa los cristianos vamos quedando como gente extraña en esta Europa sin alma que los políticos están construyendo. Por eso el difunto Papa San Juan Pablo, con ocasión de la aprobación de la llamada Constitución Europea en la que se excluye la mención del Cristianismo entre los valores formadores de Europa, denunció con energía que no se pueden cortar impunemente las raíces de las que uno procede y ha crecido.

Nuestra historia, nuestra cultura, nuestro modo de ser está impregnado de la fe apostólica, por eso Santiago, la ciudad del Apóstol, ha sido siempre un punto de referencia de nuestra identidad como pueblo cristiano y no sólo de nosotros, sino de todos los pueblos de Europa, y luego de los pueblos hispanoamericanos. Son innumerables las ciudades y pueblos de América que fueron bautizados con el nombre del Apóstol.

Confesar la fe apostólica, que es la fe que han profesado nuestros mayores de generación en generación, puede resultar a veces algo incómodo en un contexto social y cultural altamente secularizado, donde los valores religiosos no son apreciados o son presentados como algo trasnochado, sin embargo, justamente en este contexto poco favorable a la fe es donde los cristianos tenemos que dar testimonio de nuestro precioso patrimonio de creyentes. La fe apostólica no está sometida a las alzas y bajas de la opinión pública o de las modas: hoy como ayer, como en tiempos de los Apóstoles, confesamos la misma fe en Jesucristo Hijo de Dios y Salvador de los hombres. Este es nuestro tesoro, tesoro que, como dice San Pablo, llevamos en vasijas de barro para que se vea que la fuerza no está en nosotros, sino en Dios que nos mantiene en la fe que él mismo nos ha regalado. Sería un compromiso bonito que nos decidiéramos a poner un poco más de calor y entusiasmo en nuestra condición de cristianos, a vivir la fe con más alegría, a comunicar a otros el tesoro de la fe que nosotros hemos recibido.

Esto es lo que vamos a pedir en este día al Apóstol Santiago para nosotros y para todos nuestros compatriotas en el día del santo Patrono de España. Con agradecimiento confesemos ahora todos juntos la fe que los Apóstoles nos enseñaron: “Creo en Dios, Padre todopoderoso”.

FELIZ DÍA A TODOS…