Santuario Nuestra Señora de los Milagros

ES DOMINGO III ADVIENTO

“Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres. El Señor está cerca”. Son las palabras de la antífona de entrada de este tercer Domingo de Adviento. Una invitación a la alegría constante porque el Señor está cerca.

Las lecturas de este domingo parecen escritas hoy, para nosotros, tantas veces tentados a “tirar la toalla” ante la dificultad de mantener viva la esperanza que sustenta nuestra fe. Guerras, miedos, desolación, muerte, mentiras, confusión, son los mensajes que invaden cada día nuestra casa, nuestra vida, nuestro corazón. Mensajes que nos hacen sentir impotencia y nos invitan a levantar los ojos al cielo y preguntar: ¿Dónde estás? ¿No lo ves? ¿Hasta cuándo?. Mientras tanto, un año más nos preparamos para celebrar la venida del Señor y la liturgia nos invita a estar alegres porque el Señor está cerca.

Debemos tener paciencia, saber esperar ante el aparente silencio de Dios: como el sembrador, nos dice la segunda lectura. Una espera que, como la del que siembra, tiene que ser activa. Mientras las lluvias tempranas o tardías hacen crecer, se prepara el momento de la cosecha

El Evangelio nos ofrece el camino, el modo de proceder, cuando la fe se nos pone difícil. No se trata de llorar nuestra impotencia y lamentarnos porque nada podemos hacer. El Precursor, ante la tentación de la desolación, va directamente al grano, envía a preguntar a Jesús: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? No debió resultarle fácil a Juan el Bautista, en la cárcel, seguir creyendo y esperando en las palabras del profeta Isaías que, de tan bello modo, anunciaban el cambio que, con la llegada del Mesías tendría lugar en la historia, no sólo en la de los hombres y mujeres, también el cosmos, en toda la creación. “El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrarán el páramo y la estepa” cuando vean la gloria del Señor, belleza de nuestro Dios”.