Con la fiesta del Bautismo de Jesús en el Jordán que estamos celebrando concluye el Tiempo de Navidad,
que ha condensado infancia de Jesús en Belén y Egipto, adolescencia y 
juventud en Nazaret, para dar paso al Tiempo Ordinario, cuyo primer domingo es hoy. ¿Qué significa Tiempo Ordinario? Tiempo de Jesús misionero y tiempo de misión para nosotros. Pero hoy hablemos de la puerta de entrada que es el bautismo de Jesús, bautismo del Señor y de nuestro bautismo.
Querido lector, el recuerdo litúrgico del bautismo de Jesús, presentado hoy por Juan Bautista su precursor (Mc, Lc) y en diálogo con él (Mt), quiere hacernos recordar y vivir nuestro bautismo. Y yo pregunto con el papa Francisco: ¿quién recuerda el día de su bautismo? ¿Quién lo celebra como cumpleaños sobrenatural, al igual que el nacimiento natural? Un escritor cristiano comentaba que el no celebrar el aniversario del bautismo es por lo menos pecado venial de omisión. Y es que nos falta catequesis bautismal. Nos falta saber que el segundo nacimiento, es la matriculación, el sello, la incorporación, la pertenencia oficial a la Iglesia visible de Cristo y a la vida sobrenatural, por lo que el día del bautismo debe ser tan gozoso y más pascual que el nacimiento primero natural a la vida. En el bautismo es cuando el Padre nos dice, como a Jesús: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco (Mc 1,11).
Y es que el bautismo nos hace ser personas cristianas, personas canónicas, sujetos de derechos y obligaciones eclesiales. El bautismo es la puerta necesaria para poder recibir los demás sacramentos[1]. El bautismo es el comienzo del NT, que infunde en el bautizado un sacerdocio real –no el fundamental (Cristo), ni el ministerial (orden sacerdotal), ni el especial (virgen Madre ofreciendo a su Hijo en el calvario)–, pero sí un sacerdocio real que capacita a todo cristiano para ofrecerse a Dios con cuanto es y cuanto tiene en pensamientos, palabras y obras. El bautismo es el comienzo de la filiación divina e infusión en germen de las llamadas virtudes teologales (fe, esperanza, caridad) y cardinales (fortaleza, prudencia, justicia y templanza) y Dones del Espíritu Santo (sabiduría, entendimiento, consejo, piedad, etc.). He dicho virtudes infusas en germen. Por eso, como las flores, hay que regarlas, atenderlas, fomentarlas ¿Agradecemos suficientemente este privilegio del bautismo infantil, de fe inicial? ¡De cuántos problemas y angustias nos libra! Porque no basta una vida para investigar la verdad plena partiendo de cero o de la ignorancia. Requiere mucha reflexión y dedicación. San Agustín supo mucho de esta experiencia bautizándose a los 33 años después de estudiar muchas escuelas y sus creencias ¡Qué importante es la formación y educación en la fe cristiana durante los primeros años de infancia y adolescencia! Y si aparece una noche oscura de viernes santo y sábado de soledad en la juventud, suele reaparecer después el domingo de resurrección. A la salvación se llega por la inocencia o por la penitencia. Por eso hay otros sacramentos: La gracia y fe que nace en el sacramento del bautismo, crece en la confirmación (¿qué día te has confirmado?), se alimenta en la eucaristía, renace en la penitencia, se purifica en la unción de los enfermos, ayuda en el orden sacerdotal y en el sacramento del matrimonio, profesión religiosa u otro estado de vida elegido.
Pregúntate: ¿vives y desarrollas esta riqueza bautismal? ¿la conservas y mejoras? ¿practicas la justicia que pide Isaías (42,3-4) y san Pedro (Hech 10,35) ¿puede decirte el Padre-Dios: Tú eres mi Hijo amado, en ti me complazco? (Mc 1,11). Que el bautismo recibido no sea un privilegio de posesión pacífica, sino un compromiso, un don, una misión, un servicio de fidelidad personal y social. Que estamos bautizados se acredita con la partida de bautismo. Pero que somos bautizados solo se acredita con obras de vida cristiana comprometida. Buen día, amigo lector, para renovar nuestro compromiso bautismal y credo cristiano de la noche de la vigilia pascual.
FELIZ DOMINGO… DÍA DEL SEÑOR…