Santuario Nuestra Señora de los Milagros

ES DOMINGO…

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Domingo XVI tiempo Ordinario.

  • Evangelio según Mateo, 13, 24-30* En aquel tiempo, Jesús propuso otra parábola a la gente diciendo:
    «El reino de los cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras los hombres dormían, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
    “Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?”.
    Él les dijo:
    “Un enemigo lo ha hecho”.
    Los criados le preguntan:
    “¿Quieres que vayamos a arrancarla?”.
    Pero él les respondió:
    “No, que al recoger la cizaña podéis arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega y cuando llegue la siega diré a los segadores: arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero”».

Palabra del Señor

Reflexion En los Evangelios encontramos varias parábolas sobre la siembra. En una se nos dice que el sembrador esparce la semilla de la Palabra de Dios generosamente, no sólo en tierra fértil, también entre las piedras, al borde del camino y en las zarzas (cf. Mc 4,1-20). En otra se nos dice que es Dios quien hace crecer lo sembrado, haga lo que haga el labrador (cf. Mc 4,26-27). En la parábola de la cizaña se nos habla de un sembrador que siembra buen trigo. Pero, cuando éste empieza a crecer, descubre que hay también cizaña. La cual, además de ser un cereal de peor calidad, puede ser tóxica.

¿Por qué ha pasado esto? Es decir: ¿Cómo es posible que a Dios (el dueño de la mies) le hayan estropeado su trabajo? Jesús les dice a sus discípulos que el Diablo, a escondidas, ha sembrado el mal en el corazón de algunas personas, haciéndolas dañinas para el resto, como la cizaña en un trigal.

Para comprender todo esto hay que tener en cuenta que, siendo Dios bueno y clemente, nos ha dado libertad. Y esto supone que otro pueda intervenir libremente para estropear lo que Dios dispone. Efectivamente, el origen del mal está en el libre albedrío que tenemos las personas. Ser libres, es decir, no ser marionetas de Dios, tiene un duro precio: el mal puede actuar en nuestra vida.

¿Qué se puede hacer con ello? ¿Suprimimos el mal? ¿Eliminamos a las malas personas? Ésta última es la fácil solución que proponen los ayudantes del dueño de la mies. Pero, pensemos: ¿a qué grupo pertenecemos nosotros? Solemos pensar que la cizaña son los que nos hacen daño y nos complican la vida. Pero, ¿y nosotros?, ¿de verdad que sólo hay bien en nuestro corazón? ¿En mi interior no hay mal? ¿Soy realmente una buena persona? ¿Estoy totalmente seguro de que si ahora Dios echase al fuego la cizaña que hay en el mundo, no iría yo también con ella? La respuesta es simple: nadie es perfecto, por eso todos necesitamos de la misericordia de Dios para salvarnos.

Afortunadamente, Dios, siendo todopoderoso, también es bueno y clemente, y deja que sigamos en este mundo, a pesar de que a veces hacemos daño y complicamos la vida a otras personas. Cuando llegue el final de los tiempos, Dios enviará a sus ángeles para que erradiquen el mal. Sólo así podremos gozar de la eterna felicidad.

¿Mientras tanto qué podemos hacer? Seguir el ejemplo de Jesús, porque sólo la humildad puede vencer al mal en nuestro mundo. Ese es el poder del débil, el camino de la Cruz, un camino de abajamiento que nos conduce a la resurrección.

Siguiendo las palabras de san Pablo, dejemos que sea el Espíritu Santo el que nos indique qué debemos pedir y cómo debemos relacionarnos con Dios y las personas. Así, con la ayuda divina, podremos vivir santamente en un mundo en el que abunda la cizaña.

Dios te bendice Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.