Santuario Nuestra Señora de los Milagros

DOMINGO DEL BUEN PASTOR

OJALÁ, COMO PASTORESimage
Pudiéramos conocer como Cristo conoce
y, entonces, sanar allá donde duele
Pudiéramos saber lo que acontece en cada persona
y ofrecer la medicina oportuna y necesaria
Pudiéramos discernir sin temor a equivocarnos
para separar las ovejas de las cabras
cuando, estas últimas, quieren ir a su deriva
Pudiéramos dar con el secreto de la eternidad
y sembrar en las gentes de hoy lo humano y lo divino
OJALÁ, COMO PASTORES
No tuviéramos miedo al qué dirán
y romper con lo que sobra para la vivencia de la fe
Nos alejásemos de la cobardía ante los nuevos dioses
y supiéramos sólo servir al que es auténtico Dios
Huyésemos de la pereza e invertir sudor y tiempo
para luchar contra aquello que nos paraliza o quema
OJALÁ, COMO PASTORES
Dijésemos “si” cuando hay que decir “si”
y “no” cuando tenemos que defender el “no”
Dijésemos lo qué es evangelio y lo qué es conveniencia
lo que sirve a la causa de Dios y lo que la distorsiona
Lo que contribuye a la comunión de la Iglesia
y lo que la dinamita con la bomba de la fe a la carta
OJALÁ, COMO PASTORES
No confundiésemos misericordia con misericordina
ni la evangelización con el quedar bien
No nos echásemos en manos del relativismo
cuando es veneno en la vena o en la piel
OJALÁ, COMO PASTORES
No se nos peguen los labios por defender la verdad
o por recuperar valores que la sociedad olvidó
No seamos taquilla que distribuye sacramentos
o estantería que ofrece a bajo precio producto tan alto
¡OJALÁ, COMO PASTORES!
Fuéramos claros ante el ambiente oscuro
Fuertes cuando lo que nos rodea es puro bizcocho
Nítidos aunque nos traiga gotas de sangre
Orantes ante un cristianismo sin hilo divino
Entusiastas sin complejos de ser lo que somos
Seguros de que ofrecemos la mejor ganacia
Humildes pero sin decir “si” a todo
Serviciales pero exigiendo ayudas laicales
Con horizonte y sin nostalgias del pasado
En el presente y con los pies en el suelo
¡ÁNIMO, PASTORES!
Dios hace, de lo mediocre, algo que merezca la pena siempre
Ni somos tan «buenos» como Dios quisiera
ni tan «malos» como algunos pregonan.
J.L.