El jacinto
- El jacinto, el junquillo, las varas de san José, todo esto forma una misma familia; pertenece a los lirios. Por la noche y las mañanas dan un olor muy fino y fuerte. Tiene cabeza y varita como la justicia. Están identificadas con la virtud de la gratitud.
- Esta virtud es una buena disposición de ánimo que nos mueve a dar muestras de agrado y de reconocimiento a todos aquellos de quienes recibimos un favor. Debemos gratitud a Dios, a su santísima Madre, a nuestros padres, a nuestros maestros y a todos los demás que nos favorecen en lo espiritual y material.
- En varias circunstancias dio la Virgen María gracias a Dios en nombre nuestro de un modo muy especial y eficaz: sintió en sus entrañas purísimas a Dios Redentor, y vio en la encarnación el mundo redimido; cuando le vio nacido, y cuando al pie de la cruz vio acabada la obra de la redención; y en nombre propio por su inmaculada concepción y por su elección por Madre de Dios. Fue agradecida a sus padres, a sus maestros y sacerdotes en el templo, y a san José mientras vivió con él.
- ¿Piensas en los beneficios que estás continuamente recibiendo de Dios? ¿los conoces? ¿los meditas? Te ha criado, te ha redimido, te ofrece su amor, su gracia y los dones del Espíritu Santo, te promete la gloria, te da la vida, la respiración y el movimiento y cuanto tienes de bueno. Por estos favores ¿qué le dices? ¿le bendices, le das gracias y te le presentas agradecido? Mira bien cómo está en tu alma esta virtud, plántala, trasplántala, riégala, cultívala, y al cogerla y presentarla a María dile:
Oración: Reina de los cielos:
Yo te ofrezco el jacinto: recibe esta flor como ofrenda de mi gratitud.
Yo propongo, yo me obligo, yo me resuelvo a ser agradecido a Dios y a Tí, Madre de Misericordia;
a Dios, por los beneficios de la creación, de la redención y de la vocación y de todo lo que recibo cada día;
y a Tí, por quererme como hijo tuyo. Acepta mis propósitos y haz que sean eficaces. Amén.