
En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo.
Ferias privilegiadas de Adviento: 21 diciembre
“Oh Sol (Amanecer) que naces de lo alto, resplandor de luz eterna, Sol de justicia ven ahora a iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte.”
Evangelio según San Mateo 1, 18-24 La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
Palabra del Señor
Reflexión Ambos, la Virgen María y san José, nos animan con su actitud a abrirnos humildes y confiados al Misterio que siempre está viniendo a nuestras vidas, que nos envuelve y nos habita.
“Le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros” o “Con nosotros Dios”. Todos vamos creciendo en el conocimiento de las grandes preocupaciones que habitan las inquietudes de la humanidad de hoy: la violencia destructiva, la injusticia inicua, la nefasta distribución de la riqueza, la demoledora intransigencia, las enfermedades persistentes, la mortífera contaminación ambiental…
Pocos de la familia humana nos detenemos a pensar la gran cuestión: “¿Estamos solos, perdidos en los sobrecogedores espacios siderales? ¿Somos no más que un efímero resplandor engendrado por la nada y fagocitado por ella? ¿Hay alguien que nos origine y sostenga, que nos explique y espere?
Benedicto XVI en uno de sus primeros escritos magisteriales hacía una personal confesión de fe: “Una corriente de Amor, que es Alguien, atraviesa el tiempo y el espacio, y viene a nuestro encuentro”.
Ciertamente esta es nuestra fe, que hoy se hace gratitud y adoración por esta cercanía salvífica del Misterio del Amor a nuestra vida y fragilidad.
Esta presencia de Emmanuel entre nosotros abre nuestra vida a una esperanza inimaginable por ser única. Gracias a Él, a su acción entre nosotros y en nuestra historia, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en los que habite la justicia, en los que la vida sea vida-sin-amenaza-alguna, en los que la comunión de amor sea por siempre universal y duradera.
Hoy, en vísperas de la Natividad de Emmanuel, quisiéramos ser testigos y ofrenda de esta esperanza para la gran familia humana.
Será necesario para ello traducir en gestos de amor verdadero este Misterio de Encarnación y Redención.
Solo un amor firme y cada día renovado será capaz de mantener encendida la esperanza.
Sin duda que encierra verdad esta consideración que alguien nos ofrece: “Cuando uno se siente amado no teme esperar, aunque la espera deba prolongarse a lo largo de toda la vida”.
Dios te bendice oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.
