Santuario Nuestra Señora de los Milagros

DOMINGO ASCENSIÓN

  • Evangelio según Mateo 28, 16-20* En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
    Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
    Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
    «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado.
    Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».

Palabra del Señor

Reflexion Los cristianos celebramos hoy la fiesta de la Ascensión. Uno de los sentidos de la celebración de esta fiesta es que Jesús nos propone dirigir nuestra mirada a lo alto; a ese lugar desde donde podemos ver las cosas con otra perspectiva. Jesús “marcha” al cielo, que bíblicamente no son las nubes sino la misma existencia de Dios Padre. Y nos ofrece la posibilidad de ver las cosas desde la perspectiva de Dios.

Desde esa perspectiva puede ser que percibamos que esas aspiraciones que tenemos y en las que invertimos tanto tiempo y energía no merecen la pena. Puede ser que caigamos en la cuenta que a veces descuidamos lo que realmente importa en la vida: nuestras relaciones con los demás. Puede ser que nos haga recapacitar en que estamos descuidando nuestra responsabilidad social, las atenciones que debemos a nuestra familia….

El cielo del que Jesús habla no es una torre de marfil ni son las nubes. El cielo es una dimensión a la que está llamada nuestra existencia caduca. Jesús quiere introducirnos hoy en esa dimensión de nuestra vida, empezando en el Bautismo, desde donde podemos ver y juzgar el sentido profundo de lo que hacemos y vivimos. Por eso mirar al cielo no significa desentendernos de la tierra y de sus problemas. Al contrario significa contemplarlos desde otra perspectiva y desde otra mirada. Por eso los Ángeles piden a sus discípulos en la Ascensión que no se queden mirando al cielo sino que se comprometan con los problemas de la historia.

Todos podemos utilizar la oportunidad de ver nuestra vida cotidiana con otros ojos, de tomar distancia de nuestros problemas. Utilicemos la oportunidad. Dejémonos llevar por Cristo, por la luz del Espíritu Santo, hacia esa dimensión desde donde podemos ver todo con más claridad.

¡Cristo ha resucitado, Aleluya!

Dios te bendice Pramos: Credo, Padrenuestro, Avemaría, Gloria.