Santuario Nuestra Señora de los Milagros

VII domingo de Cuaresma 2022

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo
Hoy Domingo VII de Pascua.
Solemnidad ASCENSIÓN

San Juan 24, 46-53 En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra del Señor

Reflexión “Mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado al cielo. Los discípulos, que se habían postrado delante de él, volvieron a Jerusalén con gran alegría” (Lc. 24, 51-52)
Bendecir: es decir bien acerca del otro, de lo bueno que hay en él. Cuántas veces se fundan las relaciones o las imágenes acerca de los otros sobre lo malo que hay, sobre lo que los otros no pueden. Qué diferente que es partir y sostener una mirada positiva acerca del otro que es siempre y en todo lugar imagen y semejanza de Dios. Pero además el bendecir de Dios es hacer bien, porque su palabra es poderosa.

Jesús se va pero su partida no provoca tristeza ni desasosiego. Su bendición es palabra que obra y que transforma. Que transforma a sus discípulos (hombres de Galilea, pescadores, trabajadores) en testigos, predicadores, amigos, comunidad cristiana que vive y vibra con el mensaje del Evangelio.

La bendición es palabra que obra, que transforma. Es ese el poder de Cristo. El poder del amor.

“¿Es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?” (Hch. 1, 6). La partida de Jesús definitivamente no es lo que los discípulos esperaban… Y sin embargo, es una partida que nos habla de encuentro: Jesús les pide que permanezcan unidos… Ellos permanecen en el Templo alabando a Dios… Y finalmente, el Espíritu Santi desciende sobre ellos. Este encuentro, entonces, es un encuentro de alegría, de comunión. Es un encuentro con el verdadero plan de Dios, que suele ser bastante diferente a lo que nos imaginamos desde nuestros parámetros humanos.

Jesús invita a entender que la restauración del Reino tiene que ver con la bendición: palabra que transforma la vida cotidiana, con la capacidad de ver más allá de lo que esperamos. El poder de Jesús es el poder de la levadura, de la sal, de aquello que parece pequeño e insignificante pero que transforma la realidad. El poder del grano de mostaza: una pequeña semilla que se convierte en cobijo de las aves del cielo…

Muchas veces sucede que Dios nos sorprende con cosas que no esperamos: ¿Cómo reaccionamos ante ello? ¿Qué experiencia de fe tenemos ante situaciones extremas? ¿Qué nos dice la Palabra acerca de la vida que está y se transforma?

En un mundo que muchas veces niega o silencia las vidas, toda vida, estamos llamados a descubrir la bendición que toda vida encierra y su invitación al encuentro. En un mundo que equipara el éxito y el bienestar a las hazañas militares o económicas, estamos llamados a contemplar el poder de lo sencillo, humilde, cotidiano, de las pequeñas cosas…

Tal como expresa un himno del breviario, podemos exclamar: “Quien diga que Dios ha muerto, que salga a la luz y vea, si el mundo es o no tarea de un Dios que sigue despierto. Ya no es su sitio el desierto ni en la montaña se esconde. Responded si preguntan dónde que Dios está sin mortaja en donde un hombre trabaja y un corazón le responde”.

Respondamos con alegría a la invitación de Jesús que nos dice: “Recibiréis la fuerza del Espíritu y seréis mis testigos hasta los confines de la tierra” (Hch. 1, 8)

Feliz Pascua Florida…

_* Dios te bendice…* Oramos: Credo, Padrenuestro, Avemaria, Gloria.