Santuario Nuestra Señora de los Milagros

MIÉRCOLES II PASCUA

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Lectura del santo Evangelio según San Juan 3, 16- 21: Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios. Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Reflexión: El Hijo de Dios, Jesucristo, es la expresión de amor más cercana que podemos recibir de Dios. Sólo se requiere fe, aceptación de su persona y su palabra, para acoger toda luz que proviene de Él. Quizás, alguien piense que esta pandemia global que estamos padeciendo sea un castigo de Dios. Este tipo de pensamiento surge por una conciencia intranquila y temerosa. Con este tipo de pensamiento, sólo se expresa una imagen negativa de lo que Dios es. Hemos de levantar la mirada más allá de nuestros miedos, y abrir nuestra comprensión de una imagen nueva, y sostenible en el tiempo, de un Dios lleno de amor para con nosotros.
Lo expresó en su apuesta de gran riesgo: con su Hijo, Jesucristo, invocando el perdón amante en la cruz. Una entrega total, que nos recupera y nos permite mirar a Dios de otra manera. Escuchando nuestros gritos mientras vivimos en la opresión, liberándonos de cualquier esclavitud. Reconciliando nuestra vida con su vida. Invitándonos a participar de la vida divina. Sólo nuestra libertad dará luz verde para que tal acontecimiento suceda.

Tanto amó Dios al mundo…” es una frase que nos ha de hacer pensar en la bondad de Dios. Él es toda bondad, y quiere manifestarse en nosotros trayéndola a nuestra existencia. Dios no quiere que suframos, Él en su bondad, se solidariza en nuestra vida, viviendo y padeciendo nuestros sufrimientos, para que sintamos cómo nos sostiene, y alcancemos la alegría en el dolor.

Oremos por los que viven el desamor, por aquellos que no comprenden la vida desde la alegría y la confianza en Dios. Para que descubran en Jesucristo cómo nos ama Dios.

Oración: «Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia y reclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos. Animados con esta confianza, a Vos también acudimos, ¡oh Virgen, Madre de las Vírgenes!, y, aunque gimiendo bajo el peso de nuestros pecados, nos atrevemos a comparecer ante vuestra presencia soberana. ¡Oh Madre de Dios!, no despreciéis nuestras súplicas, antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente. Amen».

Virgen de Los Milagros, Madre de Dios y Madre nuestra, ruega por nosotros.
Virgen de Los Milagros, consuelo del afligido y refugio del pecador, ruega por nosotros. Virgen de Los Milagros, Vida, esperanza y dulzura, ruega por nosotros.
Ruega por nosotros Santa Madre De Dios..